El sábado 21 de enero tuvo lugar el encuentro entre el Real Oviedo y el Real Valladolid.
Para la expedición blanquivioleta el día comenzaba bien pronto, en torno al las 6 de la mañana, cuando estaba prevista la salida de los buses organizados por la federación de peñas. Estos salieron a su hora sin apenas retraso.
Tras una parada a medio camino, se llegaba a Oviedo en torno a las 10 de la mañana. A esa hora no había tiempo que perder ya que el horario del partido, impuesto por las televisiones, era el de las 16 horas. Por lo tanto, tuvimos que exprimir al máximo nuestra estancia en la capital del Principado.
Enseguida la calle Gascona comenzó a teñirse de un color blanquivioleta. Fue allí donde los aficionados se iban congregando en los pocos locales que a esas horas estaban abiertos.
La sidra comenzó a correr por nuestras gargantas y las peñas más animosas, alguna incluso equipada con megáfono, comenzaron a promover cánticos tanto de apoyo al Pucela como de hermanamiento con nuestros amigos ovetenses. Poco a poco aficionados ovetenses también se dejaron. Finalmente conseguimos, entre unos y otros, crea un verdadero ambiente de previa futbolera.
El día iba transcurriendo en total confraternidad entre ambas aficiones. No hubo ningún incidente reseñable, y, entre más sidra, cachopos, chorizo a la sidra y patatas al cabrales, la afición ya iba calentando motores.
No había un solo rincón sin algún color blanquivioleta, los cerca de 1.500 seguidores pucelanos ya se dejaban ver haciéndose fotos por las zonas típicas y turísticas de la ciudad, como Mafalda, la estatua de Woody Allen o el teatro Campoamor.
Se acercaba la hora del partido y comenzaba a ser hora de acceder al estadio para adornar la zona con pancartas y demás banderas de las peñas. Desde el primer minuto, la afición visitante se dejó oír, con una buena animación durante todo el partido, y ni el gol, que a la postre daría la victoria al Real Oviedo, hizo desfallecer a una afición entregada al club de sus amores.
ovacionamos a nuestros guerreros y reconocimos la hospitalidad de una ciudad hermana
Tras el pitido final del árbitro y tras un partido en el que, por ocasiones y juego, el Pucela mereció más, llegó el momento de ovacionar a nuestros guerreros y de reconocer la hospitalidad de una ciudad hermana, cantando un «Oviedo,Oviedo » y «Oviedo y Pucela siempre en primera» que fue contestado por la parroquia astur con un sonado aplauso.
Y tras un largo día y otro desplazamiento a nuestras espaldas, los buses que volvían en el día fueron retornando a la capital del Pisuerga, (aunque un nutrido grupo de aficionados, con hotel incluido, se dispuso también a disfrutar del encanto de las zonas de fiesta de Oviedo, regresando al día siguiente )
Oviedo y Pucela somos hermanos de fútbol, y todo ejemplo de como no está reñido el vivir un día animando al equipo de tus amores y el confraternizar con la afición rival. Esta rivalidad solo queda en el terreno de juego, como debería ser. El próximo match ball, en Zorrilla y desde el Fondo Norte.