El pasado miércoles 8 de febrero se vivió una noche histórica en Vitoria. El Alavés batía al Celta con un gol de Deyverson y se colaba por primera vez en una final de Copa del Rey. Lloró el vestuario y lloró el celtismo, los 700 aficionados que se desplazaron a Vitoria y, seguramente, muchos de los que vivieron el partido por televisión y dejaron las calles de Vigo desiertas a la hora del partido. El ocaso de una oportunidad perdida que hizo mella.
Buenos días! Ya pensando en @LaLiga ⚽️ Hala @rccelta_oficial! #Celta #SeguimosXuntos pic.twitter.com/8SB9J2ZrX3
— Carles Planas (@Planas) 10 de febrero de 2017
Para el recuerdo quedarán las imágenes del verdugo brasileño consolando a la celtiña, o las de los albiazules que palma sobre espalda consolaban a unos dignos rivales. Pocos fueron los que pudieron mantener la entereza, pero sobró dignidad en la derrota. Una nobleza que los de Berizzo necesitan el domingo en el Calderón y el jueves próximo frente al Shakhtar en Balaídos. Una apuesta segura, porque, pese a la derrota, los celestes #SiguenXuntos.