Muchos dicen que La Rosaleda es un estadio demasiado grande para la ciudad de Málaga. Que su caudal de afluencia ha bajado. Que los horarios, la climatología, los rivales de escaso pedigrí o el propio juego del equipo no ayudan… un ramillete de excusas que tocó a su fin con motivo de la visita del Alavés de Pellegrino y el estreno de Míchel en el banquillo boquerón.
El coliseo blanquiazul tiene 30.044 asientos –según datos oficiales del propio Málaga CF–, de los cuales 23.716 estuvieron ocupados para el enfrentamiento contra los vitorianos. La ocasión lo merecía y la hinchada no falló. Las gradas presentaron una asistencia del 78% en un día en el que los andaluces se dejaron los pulmones para animar al equipo. Un apoyo que contó con buen rollo, como defiende la entidad de Martíricos en su cuenta de Twitter: «¡Recuerda, Malaguista! ¡Defendamos un fútbol sin violencia y con respeto!».
La noche sonaba bien para el Málaga, pero se chafó al final. No sólo no ganó el equipo de Míchel sino que perdió. Demichelis dio la nota y marcó Edgar, el héroe copero y de otra victoria alavesista fuera de casa.
El día de los ‘peques’
Las cifras de asistencia contaron con la ayuda de unos 2.000 niños, que apovecharon la IV edición del Día de la Infancia, ese que deja entradas a precios reducidos, para hacer las delicias del club y los aficionados. Una iniciativa anual con la que esperan acercar a los niños y niñas de la provincia la pasión por el fútbol.