El desaparecido Juan Gómez, Juanito, creció rápido. A temprana edad se hizo hombre y, desde entonces hasta el día de su muerte, caminó por la vida acompañado de la polémica. Por donde pasó, dejó huella. No cabe duda. A lo largo de su carrera, el mito blanco se vio acompañado de grandes luces y algunas sombras derivadas de su indomable carácter. «Soy un niño», «suelo pedir perdón» y «por la vida vale más ir de tonto que de malo» fueron algunas de sus respuestas ante los terremotos provocados. Incontrolable, pero uno de los futbolistas con mayor corazón del fútbol español.
Un corazón que tiene su sede en la Escuela de Fútbol AFE, fundada en 1986 por el malagueño, que nació con un objetivo principal: ofrecer una educación integral a sus alumnos, tanto a nivel futbolístico como académico. Un centro convertido en santo y seña del juego limpio que nos dejó el pasado fin de semana una de las imágenes más entrañables que se recuerdan en un campo de fútbol gracias a Alejandro, jugador prebenjamín de Córdoba, que dio el balón al portero rival después de que le pitaran a favor un penalti que no era.