¿Quién no jugó en su infancia a las chapas simulando un partido de fútbol? Esas pequeñas tapas de botellas que decoradas con fotografías recortadas de revistas, cromos, o dibujos en papel representando a un equipo nos hacían pasar largas horas arrodillados sobre el firme y saboreando esa otra esencia que desprende el deporte rey. Un divertido hobby que nos ligó desde bien pequeños a unos colores, en muchas ocasiones, por fruto del azar. Ese fue el caso del madrileño Ismael Jiménez y su amor por el Cádiz.
Natural del barrio de Vallecas, sintió verdadera predilección por un equipo que en los años 80 disfrutaba de su estancia en Primera División. Con el paso del tiempo el sentimiento cadista fue en aumento, primero con su peña, Madroño Amarillo, y segundo con un bonita iniciativa en la aldea de Zanzíbar, en una pequeña isla de Tanzania llamada Jambiani.
Proyecto solidario
En 2015 Ismael decidió llevar un bandarín del submarino amarillo a la isla africana y posteriormente adquirieron, con la aportación de varias personas, camisetas, botas y balones. Un proyecto que continúa y que en 2017 ha llenado de alegría los rostros de los más pequeños que cumplen su ilusión de jugar al fútbol, eso sí vestidos de amarillo y azul. Gracias a él y a Madroño Amarillo, el Cádiz continúa presente en ese bello rinconcito de Tanzania donde sus colores brillan más que nunca.