En las últimas semanas nos hemos acostumbrando a ver imágenes de trifulcas en el fútbol de formación, donde cada jornada los actos violentos hacen acto de presencia, instalándose en los campos con demasiada frecuencia y convirtiéndose en la raíz de lo que luego ocurre a gran escala en los recintos mayores. El mejor ejemplo tuvo lugar en Mallorca, cuando el vídeo de una batalla campal entre los padres de dos equipos infantiles (el Collerense y el Alaró) dio la vuelta al mundo. No era la primera vez que un partido de fútbol base el comportamiento de los adultos provocaba situaciones violentas.
Los padres se piensan que su hijo es el mejor jugador del mundo, pero la realidad es bien distinta. Ellos pasan a ser protagonistas por encima de sus hijos, que muchas veces optan por tomar el camino de sus mayores. Y es ahí donde lo que podría ser una anécdota se convierte en un problema grave. Y reiterativo.
Iniciativa bermellona
La creación de proyectos que eduquen, la formación de los chicos y sancionar y denunciar más, son las claves para erradicar esta lacra. Una realidad que ha calado hondo en el seno del Real Mallorca, santo y seña del deporte balear, que ha puesto en marcha una bonita iniciativa en la que los progenitores y familiares directos de cada jugador saltan al campo para saludar a los futbolistas y familiares del equipo rival. Chapó.
