A veces, resulta que los pequeños de la casa dan lecciones de la forma más inesperada. En ese justo instante, los mayores tenemos que parar, admirar, reflexionar y aprender acerca de lo sucedido. Cuatro pasos que cobran mayor importancia en un deporte como el fútbol que, en muchas ocasiones, con la competición, se olvida de los valores del juego limpio, algo que no ocurrió en el duelo que enfrentó al Alevín A del Rayo Vallecano frente al Leioa durante la final del Torneo Usansolo en Galdácano.
Los madrileños se proclamaron campeones al derrotar por 4-0 al conjunto vasco. Hasta ahí todo normal. La anécdota tiene lugar durante la entrega de premios. Los chavales del Leioa empezaron a aclamar a sus rivales con gritos de «¡Rayo, Rayo!» y al final ambos equipos se funden en una fiesta en la que no hay vencedores ni vencidos. Emocionante, fantástico y, sin duda, un gran gesto de deportividad.
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