
En una cuadra. Intensa, breve y áspera. Como Luis, Luis Aragonés. En esa cuadra, del castizo barrio de Hortaleza, se percibe la pródiga vida del ya fallecido mito atlético. El Sabio nació en plena guerra, el 28 de julio de 1938, en un barrio que por entonces todavía era pueblo, a escasos pasos del antiguo ayuntamiento, en la actual calle Mar Cantábrico, que los hortalinos conocían como la de la bodega, porque allí estaba el recordado mesón Garnacho. Un clásico.
Un clásico cuyo homenaje, un balón tallado en piedra, asoma con humildad. La misma clase que derrochan en su peña, la Peña Atlética Luis de Hortaleza, fundada en 1970 por familiares del que fuera seleccionador. Años en los que el Glorioso atizaba, atizaba duro y de lo lindo, en España y en Europa. Una pegada que estos 100 amigos celebran cada domingo, aplausos que en la previa a tan manida fecha, 14 de febrero, tienen un nuevo hogar en Casa Florencio (Mar del Caspio, 39), regentado por Florencio, el hijo de otro Florencio, el que sacaba de la cama a Luis para meterla, con perdón, en el campo del Pinar, su primer terreno de juego.
Y así, entre vinos y cervezas transcurrió un ágape repleto de anécdotas y bromas. Los más cómicos se regodeaban: «Me ha contratado el Atleti, ¡para tirar penalties!» Mientras, los menos no perdían detalle, y entre tanto, palabras de agradecimiento, como las de José Luis Álvarez, vicepresidente de la agrupación, quien recordó a un Aragonés más cercano que de costumbre con la peña que lleva su nombre, y otras que miran hacia el futuro, como las de la presidenta Mª Ángeles Ledesma, que recordó: «No se trata de una inauguración, sino de una renovación, lo que queremos es que la gente joven se anime y se mezcle con nosotros». Sabia nueva con la que buscan revivir, disfrutar y animar los logros de su Atlético de Madrid.