Una tierna rivalidad

Los niños, viven, comen y sueñan futbol. Un deporte que consiste -más allá de tácticas, técnicas y habilidades- en un balón y en un grupo de personas divididas en dos equipos que deben marcar tantos en las respectivas porterías del equipo contrario. Por eso un gol es un tesoro, es el momento en el que los pequeños se sienten completamente libres para expresar lo que sienten, una realidad que pudo vivirse el pasado fin de semana en el municipio de La Orotava -Santa Cruz de Tenerife- en un partido de prebenjamines.

La historia se reduce al enfrentamiento entre el Florida C y el Florida D, equipos de la misma entidad. En un lance del encuentro, uno de los equipos se dispone a tirar una falta y dos niños rivales se sitúan en la barrera. El lanzador anota y sus compañeros le abrazan formando una piña. Hasta ahí todo normal, pero es entonces cuando llega la sorpresa. Embargado por la emoción del golazo, un jugador del equipo contrario sale corriendo detrás del lanzador para felicitarle. Otro de los pequeños que formaba parte de la barrera también decide celebrarlo y así, uno a uno, se van sumando a la fiesta. Una bonita forma de disfrutar y aprender de este gran deporte y que sirve de lección para todo el mundo.

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De joven jugaba al fútbol sin cansarme demasiado porque por las noches me sacaba el graduado. En la ciudad de Marbella crecía y vivía sin hacer mucho caso de la climatología. Sin comerlo ni beberlo llegue a Valladolid donde en periodista allí yo me convertí. Punto y aparte, me busqué las habichuelas en una lluviosa Londres y volví a Madrid para llegar a ser consultor, creativo y diseñador. Sobrevivo como soldado de fortuna en esta web.