El 29 de mayo de 1924, los hijos de Prudencia Priego daban rienda suelta a su pasión en una modesta vivienda de un barrio de Madrid. Eran los primeros pasos del Rayo Vallecano. El 20 de enero del mismo año, y a unas cuadras de distancia, hacía lo propio Rafael Sanjuán, el abonado número 1 de los Franjirrojos y el hombre que lleva toda una vida ligado al club de sus amores. Y es que el fútbol, no entiende de edades.
Cliché o no, la historia de Rafael Sanjuán es la de un aficionado que se hizo abonado cuando finalizó el servicio militar, disfrutando así de 70 años ligado al equipo de la franja roja. Una devoción que compartió con sus hermanos, uno de los cuales, llego a ser vicepresidente en la etapa de Marcelino Gil (1973-1978). Era la época del debut en Primera División con Héctor Núñez, del apelativo matagigantes y del récord de los 10.000 socios, uno de los cuales, como casi siempre en Vallecas era Rafael Sanjuán.
