Con una pandemia que, al parecer, lejos de cesar se agrava, acudir al estadio a animar al equipo del que eres fan cada vez se hace más complejo: restricciones de aforo, separación de asientos en los peores momentos, identificación y entrega de permisos COVID en los tornos, imposibilidad de comer y beber en la mayor parte de los campos… Son solo algunos de los diferentes ejemplos que varían según la ciudad del territorio español a la que nos refiramos.
En el caso que nos concierne, estas circunstancias solo son un añadido más al proceso de desafección de la afición del CD Lugo con el club. Es difícil de entender cómo un equipo que juega en la segunda categoría del fútbol nacional solo sea capaz de atraer al campo a poco más de 2.000 personas. Para una ciudad que roza los 100.000 habitantes, es una cantidad muy pobre que obedece a los factores que vienen arrastrando desde hace mucho tiempo. La crisis sanitaria actual, que evidentemente está provocando una reducción de público generalizada a los campos españoles, en el caso de Lugo es el empujón definitivo para que esa cantidad de asistentes sea tan escasa.
Bien es cierto que los que acuden consiguen generar un ambiente especial de apoyo incondicional a sus jugadores. A pesar de ello, los 3.000 aficionados habituales de antes de la pandemia se han convertido en los 2.000 de siempre a día de hoy. Por más que el club haya lanzado campañas o iniciativas, estas han quedado en mera anécdota por lo inconexas y puntuales que han sido. Se desconoce si en el equipo existe un área social y, en caso de que así fuera, qué iniciativas están a desarrollar. «No se está aprovechando la larga estancia en el fútbol profesional para incrementar la cultura de club y la identificación de la ciudad con sus colores. Y no todo hay que apuntarlo en el debe del club. La ciudad también debería hacérselo mirar. Probablemente, jugar en segunda sea un lujo que no merece y con fecha de caducidad», afirman desde la Federación de Peñas del CD Lugo.
Desde su reciente creación, la Federación de Peñas siempre ha intentado desarrollar diversas acciones que dinamizasen los días de partido desde la humildad y con todas las dificultades imaginables.
«La maldita pandemia nos ha parado en seco. Pero si cabe, más trascendental todavía es que el club al que pertenecemos viva completamente de espaldas a sus aficionados y al órgano que engloba a sus peñas, más concretamente. Es muy difícil conseguir organizar y desarrollar acciones cuando, unilateralmente, el club ha decidido cortar relaciones con esta federación desde hace dos años por motivos que desconocemos y ajenos a nuestra voluntad. El resultado es fácilmente perceptible. Una masa social que lejos de crecer disminuye a marchas forzadas, cosa que parece no importar mucho al dueño del club, adormilado y acostumbrado a valorar bien poco un hito como el que un equipo tan humilde como el Lugo sea junto al Alcorcón el decano de la categoría. Lo peor de todo es que el horizonte es poco esperanzador», aseguran desde la Federación.