Algo está pasando en el fútbol últimamente y no es bueno. En las últimas semanas los aficionados hemos asistido a la suspensión del Rayo-Albacete por el caso Zozulya, a los gritos racistas contra Iñaki Williams y a los enfrentamientos entre miembros de sectores radicales que evitaremos llamar aficionados. El último caso no ha sucedido en España, sino en Portugal, pero que el problema no tenga fronteras no alivia la preocupación, al contrario. Moussa Marega ha sido la última víctima del racismo y si ha ocupado las portadas de los periódicos y los informativos es porque él sí decidió abandonar el campo.
Hemos sabido que la Policía de Seguridad Pública de Portugal ya ha identificado a parte de los sospechosos de proferir insultos racistas contra el jugador de Mali. El presidente del Oporto, Jorge Nuno Pinto da Costa, ha pedido que los culpables sean «castigados ejemplarmente para que no se repita». En su opinión (y es mayoritaria), «más que racismo fue una prueba de estupidez».
Sin embargo, el asunto se complica a la hora de depurar responsabilidades. Muchas veces las sanciones se diluyen en multas para el club y una difusa culpabilización general. A todo esto se refirió el presidente de Aficiones Unidas, José Manuel Mateos, en declaraciones al Marca. «Asistimos con preocupación a estos incidentes que parecen crecer. Aunque entendemos que se trata de casos aislados, trabajamos con la Liga y con la Oficina Nacional de Deportes de la Policía (OND). Los viajes de las peñas se monitorizan en tiempo y forma para establecer un control beneficioso para todas las partes, Fuerzas de Seguridad y Clubes. Se sabe quiénes viajan, cuándo y cómo para tener todo previsto».
No obstante, no todos los clubes hacen lo necesario para controlar e identificar a determinados grupos, habitualmente de carácter radical. La Oficina Nacional de Deportes levanta actas, pero el porcentaje de sanciones es escaso. Tampoco ayuda el hecho de que la Federación Española de Fútbol no tenga comunicación con Aficiones Unidas, cuyo poder reside en los 800.000 peñistas que forman parte de las 37 federaciones afiliadas. “Desgraciadamente no tenemos comunicación con la Federación. Lo hemos intentado por vía oficial con su presidente tras su elección y en nuestra reunión de peñas hace unos meses, pero nada. A ver si con el proceso de elecciones que se va a iniciar cambia el panorama», explica José Manuel Mateos.
Entretanto, y según informa Efe, el sindicato mundial de futbolistas (FIFPro) ha mostrado su total respaldo a los jugadores y equipos que decidan abandonar el terreno de juego durante un partido cuando se produzcan situaciones discriminatorias o racistas y ha denunciado que los protocolos aplicados en estos supuestos son insuficientes.
FIFPro mostró su profunda preocupación por los recientes casos de racismo en el fútbol. «El amplio número de casos de discriminación ocurridos últimamente demuestra que el protocolo para hacer frente al racismo en el fútbol se aplica de forma insuficiente y no logra sus objetivos», señaló el sindicato en un comunicado.
Para FIFPro, las sanciones de las organizaciones deportivas «no tienen un efecto significativo y la legislación en muchos países no da respuestas suficientes para perseguir a quienes perpetran estos delitos, sea en los estadios u online». Por ello, el sindicato ha dado su apoyo a los jugadores que decidan interrumpir los partidos en estas situaciones y ha anunciado que les facilitará asistencia en la forma en que la necesiten.
«Estamos profundamente preocupados por el bienestar de los jugadores que son objeto de esta dañina discriminación. Nosotros como jugadores debemos respaldar a nuestros colegas, actuar en solidaridad con ellos y apoyar la forma en la que elijan actuar ante los abusos de los que son objeto», agregó.
Por último, FIFPro reclama la implicación de todos los estamentos que forman parte del fútbol y en el que también se encuentran los aficionados. Así, considera que «la protección de los jugadores requiere liderazgo de todas las organizaciones que rodean al fútbol» y reclamó «medidas más efectivas y consideraciones más profundas como una representación diversa en los órganos de decisión».