El fútbol es un deporte de mucho arraigo. Una actividad en la que la historia de los pueblos va ligada a sus clubes. Por ello, de la misma manera que a los aficionados del Deportivo se les denomina turcos, un apelativo de origen dudoso según los interesados, a los hinchas del Alcorcón se les denomina con otro cariñoso apelativo. Y entonces, papa ¿por qué somos alfareros?
Historia con miga
El escudo de la ciudad ya perfila una idea de por qué el conjunto amarillo es llamado alfarero. Tres botijos rojos delatan la historia artesana del municipio. Y es que desde el siglo XVIII, esta disciplina fue una de las actividades económicas principales de Alcorcón.
La materia prima era abundante en todo el término de la población, pero por su calidad destacó, especialmente, la arcilla de las proximidades. Tanta fue la fama de sus vasijas que las familias Reales de Europa fueron uno de sus mayores clientes. Una época que vivió su apogeo en 1788, cuando el 90% de los vecinos vivían de la fabricación de recipientes de barro o de su distribución. A partir de entonces la dedicación fue disminuyendo gradualmente.
Tradición en peligro
Hoy en día, la imagen del alcarconero cargado de vasijas de barro y pregonando su mercancía por las calles madrileñas se ha perdido. Una tradición en peligro, como otras muchas, que ha recaído en forma de apodo sobre el equipo de la ciudad para que, al menos, las historia de los alfareros no se pierda sobre el verde.